Doña Clemencia
Doña Clemencia Los vecinos no la acosaban preguntandole cómo lo hacía. Con los buenos resultados era suficiente. Aunque lo más curioso es que ella no les cobraba nada por el tratamiento. Decía que no necesitaba el dinero, que ese trabajo le daba lo suficiente para comer. Lo que hacía que aún tuviera más gente pidiéndole ayuda. Un día, se presentó en su casa un hombre con su hijo. El pequeño estaba tomando muy malas costumbres: desobedecía, decía muchas mentiras y empezaba a agarrar cosas que no eran suyas. El hombre y su esposa ya no sabían qué hacer para corregirlo asique le pidió su ayuda. Doña Clemencia no pronunció palabra en ese momento. Se detuvo a mirar al niño fijamente, lo observó como si lo analizara. La cara del pequeño y el padre mostraban algo de nervios por la actitud de la anciana. Y fue entonces cuando ella dijo: -Niño, ven conmigo. Le tomó del brazo y lo arrastró a otra habitación. El niño luchaba y lloraba pidiendo ayuda al padr...